En los últimos días, el campo mexicano enfrenta una de sus crisis más graves debido a la sequía prolongada que afecta a gran parte del territorio. Según la Comisión Nacional del Agua (Conagua), las lluvias han disminuido hasta un 61% en algunas regiones en comparación con los promedios históricos, lo que ha dejado a las presas al 44.6% de su capacidad. Estados como Tamaulipas, Nuevo León y San Luis Potosí han sido particularmente afectados, con más del 95% de sus productores agrícolas reportando pérdidas considerables .
La falta de agua ha generado una reducción dramática en la producción de granos, especialmente maíz y trigo, lo que podría convertir a México en uno de los mayores importadores de estos productos. Además, la ganadería ha sufrido pérdidas significativas, con la muerte de entre 2,000 y 3,000 cabezas de ganado en las zonas más afectadas del norte del país .
Esta crisis hídrica no solo afecta a los productores del campo, sino también a las comunidades rurales, quienes dependen del agua para sus actividades diarias. Muchas zonas están implementando medidas de racionamiento, como el reparto de agua por tandeo, lo que agrava aún más la situación .
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