En una reciente reunión de la Comisión de Desarrollo y Conservación Rural, Agrícola y Autosuficiencia Alimentaria, organizaciones civiles expusieron una realidad alarmante: las mujeres e indígenas que trabajan en el campo mexicano enfrentan un abandono sistemático por parte del gobierno. A pesar de su papel crucial en la producción agrícola y en la preservación de las tradiciones rurales, estos grupos no reciben el apoyo necesario para prosperar.
Uno de los principales puntos discutidos fue la falta de presupuesto destinado a programas específicos que beneficien a mujeres e indígenas en el sector rural. Según las organizaciones, es urgente reasignar entre 4 y 5 mil millones de pesos para financiar proyectos productivos, créditos y seguros que puedan mejorar su calidad de vida y su capacidad de contribuir al desarrollo agrícola del país.
Las mujeres rurales, que representan un pilar fundamental en la producción agrícola y en la economía de sus comunidades, enfrentan barreras significativas para acceder a recursos financieros, capacitación y tecnología. Estas carencias no solo limitan su capacidad para incrementar la productividad, sino que también perpetúan un ciclo de pobreza y desigualdad. En un contexto de crisis climática y económica, su situación se agrava aún más.
Por otro lado, las comunidades indígenas han sido históricamente marginadas en las políticas públicas. Aunque son guardianes de técnicas agrícolas tradicionales y de una riqueza cultural invaluable, su trabajo no recibe el reconocimiento ni el apoyo necesario para integrarse en cadenas de valor modernas. Esta exclusión se refleja en la falta de infraestructura, educación y acceso a mercados, lo que los coloca en una posición de vulnerabilidad extrema.
Las organizaciones civiles también señalaron que las políticas asistencialistas no son suficientes para atender las necesidades del campo. Aunque los programas sociales pueden aliviar temporalmente algunas dificultades, no abordan las causas estructurales de la pobreza y el abandono rural. La falta de estrategias a largo plazo para fortalecer la autonomía y la capacidad productiva de las mujeres e indígenas es un problema crítico.
En la reunión, se destacó la necesidad de implementar políticas públicas que promuevan la equidad de género y la inclusión social en el campo. Esto incluye el diseño de programas específicos para mujeres e indígenas que les brinden acceso a recursos, capacitación técnica y créditos financieros. Además, se subrayó la importancia de fortalecer las redes de comercialización y de implementar mecanismos que garanticen precios justos para sus productos.
El abandono del campo no solo afecta a quienes viven y trabajan en él, sino a toda la nación. La exclusión de mujeres e indígenas de los beneficios del desarrollo agrícola tiene implicaciones económicas, sociales y culturales que limitan el potencial de México como productor agrícola y como sociedad equitativa.
En conclusión, las mujeres e indígenas del campo mexicano enfrentan desafíos profundos que reflejan la falta de voluntad política para incluirlos en los planes de desarrollo rural. La reasignación de recursos y la implementación de políticas inclusivas son esenciales para cambiar esta realidad. Sin un cambio de rumbo, el campo mexicano seguirá siendo un terreno de desigualdad y abandono.
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