El campo mexicano enfrenta en 2024 un contexto complejo debido a diversos factores, como la sequía persistente, la alta inflación y la necesidad de una distribución más eficiente de los recursos públicos. El Presupuesto de Egresos de la Federación ha asignado 74,110 millones de pesos al sector agrícola, lo que representa un aumento del 5.08% respecto al año anterior. Este incremento podría ser visto como un avance significativo, pero hay críticas importantes en torno a cómo se destinarán esos fondos.
Los expertos han señalado que, si bien los aumentos en el presupuesto son necesarios, gran parte de estos recursos se orientan hacia programas sociales y asistenciales, como las pensiones y el abasto rural, en lugar de proyectos que fomenten directamente la productividad agrícola. De hecho, más del 60% del presupuesto destinado a la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) se concentra en solo tres programas principales, enfocados en ayudas sociales. Estos programas, aunque útiles para mitigar problemas inmediatos, no sientan las bases para mejorar la eficiencia o la productividad del campo a largo plazo.
Uno de los mayores retos es el enfoque asistencial del presupuesto, que deja poco margen para inversiones en infraestructura crítica, como los sistemas de irrigación y caminos rurales. Estas infraestructuras son clave para mejorar la competitividad del sector agrícola, especialmente en zonas que sufren por la falta de acceso al agua y de rutas adecuadas para transportar productos. Sin este tipo de inversiones, el sector puede quedar rezagado frente a los desafíos climáticos y económicos que enfrenta.
La sequía es otro factor que complica la situación del campo mexicano. A pesar del aumento presupuestal, no se observa un plan sólido para mitigar los efectos del cambio climático en la agricultura. La sequía ha impactado negativamente a numerosas regiones agrícolas en el país, reduciendo la producción y afectando la estabilidad económica de miles de productores. Aunque algunos fondos están destinados a programas de apoyo directo para estos productores, se necesitan soluciones a largo plazo que incluyan el uso de nuevas tecnologías, infraestructura hídrica adecuada y la modernización de los sistemas de riego.
Además, otro tema de preocupación es la falta de incentivos para la incorporación de nuevas generaciones al campo. Se observa una escasez de jóvenes que deseen continuar con las actividades agrícolas, lo cual pone en peligro la sostenibilidad del sector. La modernización del campo y la promoción de carreras en áreas relacionadas con la agroindustria son elementos clave que el gobierno necesita impulsar.
En resumen, el presupuesto de 2024 para el sector agrícola presenta desafíos importantes. Si bien los programas asistenciales son necesarios, es fundamental encontrar un equilibrio entre las ayudas sociales y las inversiones productivas que permitan al campo mexicano avanzar de manera sostenible. El éxito de estas medidas dependerá en gran medida de cómo se gestionen los recursos y de la implementación de políticas que promuevan un desarrollo equilibrado y moderno en el sector.
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