En septiembre de 2024, el campo mexicano enfrenta una de sus peores crisis debido a una sequía prolongada que afecta más del 80% del territorio agrícola. Estados como Tamaulipas, Nuevo León y San Luis Potosí reportan graves pérdidas en la producción de maíz y trigo, lo que ha incrementado los precios y la dependencia de importaciones. Las presas en estas regiones han visto reducida su capacidad a menos del 50%, afectando tanto a los productores agrícolas como a las comunidades rurales. A pesar de que se han propuesto soluciones como la captación de agua pluvial y el uso de tecnologías de reúso, estas medidas han sido implementadas lentamente y no han sido suficientes para mitigar la crisis. Las comunidades rurales también sufren por el racionamiento de agua, lo que agrava la situación .
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