México enfrenta una crisis hídrica sin precedentes que amenaza no solo la estabilidad ambiental, sino la seguridad alimentaria de millones de personas. Los productores del campo, pilares de la economía rural y responsables de llevar alimentos a las mesas de todo el país, están siendo arrasados por una sequía prolongada que ha dejado en evidencia la falta de medidas concretas del gobierno federal para garantizar el acceso al agua.
El problema en números:
- Más del 60% del territorio nacional sufre algún grado de sequía, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
- 2.5 millones de pequeños y medianos productores enfrentan pérdidas de cultivos y ganado.
- El 40% del agua para riego se pierde por infraestructura obsoleta y falta de políticas de gestión eficiente.
Agricultores exigen acción inmediata:
“Sin agua, no hay cosechas. Y sin cosechas, no hay comida. ¿Hasta cuándo esperarán para actuar?”, denuncia Juan Pérez, líder de la Unión Nacional de Productores Agrícolas. Los campesinos exigen:
- Inversión urgente en sistemas de riego tecnificado para reducir el desperdicio.
- Programas de captación de agua pluvial en zonas áridas.
- Apoyo financiero para cultivos resistentes a sequías.
Gobierno federal, en la mira:
Mientras comunidades rurales claman por ayuda, las acciones del gobierno han sido insuficientes. Proyectos como la rehabilitación de presas avanzan a paso lento, y la falta de coordinación entre autoridades estatales y federales agrava el problema. Organizaciones civiles señalan que no hay una estrategia clara para enfrentar el cambio climático, lo que podría derivar en una catástrofe humanitaria y económica.
Advertencia de expertos:
“Si no se actúa ahora, en 5 años México podría perder el 30% de su capacidad agrícola“, alerta la Dra. Laura Gómez, investigadora en recursos hídricos. El tiempo corre, y con él, la esperanza de quienes alimentan al país.
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