El campo mexicano enfrenta una serie de desafíos críticos que amenazan con perpetuar su crisis y limitar su productividad. Dos de los problemas más apremiantes son la creciente inseguridad y los elevados costos de producción, que han hecho más difícil la vida de millones de agricultores en todo el país. A pesar de algunos avances en sectores específicos, la situación general del agro mexicano sigue siendo crítica, con una elevada concentración de la pobreza en áreas rurales y la falta de acceso a créditos y seguros agrícolas que impiden el crecimiento sostenible.
Uno de los factores más alarmantes es la inseguridad. Según la Confederación Nacional Campesina (CNC), los grupos delictivos han tomado control de amplias zonas rurales, afectando tanto la producción agrícola como la vida diaria de los campesinos. En sectores como la producción de aguacates y limones, los agricultores han sido víctimas de extorsiones, robos y violencia, lo que ha llevado al abandono de vastas hectáreas de tierra. Se estima que en 2024, alrededor de 5.5 millones de hectáreas podrían quedar en desuso debido a la inseguridad y otros factores relacionados .
Otro aspecto que dificulta el desarrollo del campo mexicano es el alto costo de los insumos agrícolas, que ha afectado principalmente a los pequeños y medianos productores. Fertilizantes, pesticidas y maquinaria han visto incrementos de precios considerables, lo que ha aumentado los costos de producción y reducido la rentabilidad de las explotaciones agrícolas. Esto, sumado a la eliminación de subsidios por parte del gobierno, ha dejado a los productores en una situación de vulnerabilidad extrema .
El problema se agrava con la falta de acceso a crédito y seguros agrícolas, que limita la capacidad de los agricultores para invertir en tecnología y mejorar la productividad de sus tierras. Solo un 5.9% de los productores tiene acceso a créditos, mientras que apenas un 1.75% puede acceder a seguros contra desastres naturales . Esta falta de financiamiento significa que, en caso de malas cosechas o fenómenos climáticos adversos, los agricultores no tienen una red de seguridad que les permita recuperarse económicamente.
A pesar de estos desafíos, el sector agroalimentario mexicano sigue siendo competitivo a nivel internacional en algunos rubros, como la producción de frutas y hortalizas. México se encuentra entre los diez principales productores y exportadores mundiales de estos productos. Sin embargo, esta competitividad no es suficiente para compensar el déficit en la producción de granos, donde el país produce menos de lo que consume, aumentando su dependencia de importaciones .
El futuro del campo mexicano depende de la implementación de políticas públicas que atiendan estos problemas de fondo. Para que el campo sea sostenible a largo plazo, es necesario que se restablezcan los apoyos económicos y que se promueva una mayor seguridad en las zonas rurales. Sin estas acciones, el campo mexicano continuará en crisis, con una creciente migración de campesinos hacia las ciudades y una disminución de la producción agrícola.
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