En la Cumbre de Cambio Climático (COP28) en Dubái, la presencia limitada de México contrasta con su significativo impacto ambiental, siendo responsable del 23% de las emisiones de cambio climático en América Latina. A pesar de comprometerse a triplicar la capacidad de energías renovables para 2030, bajo el gobierno de López Obrador, ha habido pocos avances hacia una verdadera transición energética. La expansión de las energías renovables se ha detenido, y se observa un retorno a los combustibles fósiles, con el impulso a Pemex como un ejemplo de esta tendencia.
El proyecto Sonora, un parque fotovoltaico prometedor, no compensa la falta de un plan concreto para abandonar petróleo y gas, fuentes de alrededor del 70% de las emisiones climáticas de México. Además, se ha reducido el impuesto a Pemex del 65% al 30% durante el actual gobierno, fortaleciendo así su enfoque en los hidrocarburos.
En respuesta a este silencio gubernamental, un grupo de parlamentarios latinoamericanos, incluyendo al diputado mexicano Mario Alberto Rodríguez Carrillo, ha presentado un informe en la COP28 instando a abandonar los combustibles fósiles. El informe sugiere que con financiamiento adecuado, México podría liderar una transición energética justa y equitativa, alineándose con el Acuerdo de París.
Organizaciones civiles mexicanas también han intervenido, proponiendo un Plan de Descarbonización y Resiliencia al Clima para influir en los candidatos presidenciales de 2024-2030. Este movimiento resalta la necesidad de una voluntad política fuerte para guiar a México hacia una transición energética justa y efectiva.
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