El fenómeno de la sequía en México, cada vez más frecuente e intenso, está impactando significativamente la agricultura y la ganadería del país. Desde 2009, México ha experimentado al menos cinco eventos importantes de sequía, incluyendo uno reciente entre 2021 y 2023 que ha afectado gravemente a importantes urbes como Monterrey y la Ciudad de México, además de vaciar embalses nacionales.
El sector agropecuario mexicano, altamente dependiente de la lluvia, se ha visto particularmente afectado por estos eventos. Con 134 millones de hectáreas dedicadas a la agricultura y ganadería, el 82% de estas tierras dependen directamente de las precipitaciones. La falta de lluvias no solo amenaza las cosechas y los hatos ganaderos, sino también el sustento de las familias que dependen de estas actividades.
Las sequías intensas de las últimas dos décadas, incluyendo las de 2011 y 2022, han impactado más del 60% del territorio mexicano. Los cultivos de temporal como el maíz, el trigo y el frijol, así como la ganadería de libre pastoreo, se han visto severamente afectados.
Históricamente, la población ocupada en el campo mexicano ha disminuido drásticamente, pasando de 58.3% en 1950 a 12.69% en 2018. Las razones de esta disminución son diversas, pero poco se ha estudiado sobre cómo los agricultores y ganaderos enfrentan los impactos de la sequía.
Investigaciones muestran que la sequía incrementa el cambio en las actividades agropecuarias en México. Durante años de sequía, los ganaderos suelen cambiar de ocupación, mientras que los agricultores de temporal solo cambian de actividad en condiciones extremas. Por ejemplo, durante las sequías de 1983 y 1988, se registró un abandono significativo de agricultores y ganaderos de sus actividades tradicionales.
Las estrategias adoptadas por los trabajadores del agro incluyen el abandono de sus actividades económicas originales para dedicarse a otros sectores como el transporte o el comercio, o el cambio a otras actividades agrícolas. Sin embargo, las oportunidades para acumular reservas y amortiguar las pérdidas son limitadas.
La investigación indica que México seguirá enfrentando sequías futuras, posiblemente más intensas y recurrentes. Esto representa un riesgo para la capacidad de sostener el sector agropecuario, anticipándose un éxodo de ciertas actividades. Se destaca la importancia de gestionar los daños potenciales a la cadena de valor alimentaria, estabilizar los ingresos económicos e impulsar la inversión en los trabajadores del campo. Además, es crucial que los responsables políticos aborden la vulnerabilidad social y reduzcan los riesgos asociados con eventos climáticos extremos.
Las sequías han sido un catalizador de movimientos sociales y malestar en la historia de México, desde la decadencia de la civilización Maya hasta la Revolución. Frente a este desafío persistente, se hace imprescindible tomar medidas inmediatas para prevenir futuros escenarios desfavorables en el sector agropecuario del país.
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